El cuerpo en escena
Por Miguel Angel Pichardo Reyes
Particularmente el siglo XX fue un siglo donde el cuerpo estuvo inscrito en la escena de la violencia, mecanismo de dominación, escisión y descuartizamiento que llevo a grandes atrocidades, desde los genocidios, las guerras mundiales, hasta los reciente femenicidios. El legado de aquellos escenarios inhóspitos los encontramos en la actualidad en diferentes escenarios de poder y violencia que siguen colocando al cuerpo en una posición de objeto. Escenarios como en de la casa-familia, la maquila-trabajo, la inseguridad-comunidad, donde el cuerpo es expropiado por los mecanismos de dominación y subjetivación social.
La Ensoñación Corporal es un escenario de terapia grupal-comunitaria que recrea esas escenas para desconstruirlas, pues en el cuerpo se inscriben los registros corporales más arcaicos que graba la violencia y el maltrato. El cuerpo recrea esa situación posibilitando su fragmentación para un mejor manejo, y también para construir otro escenario donde se resignifiquen esos registros arcaicos.
Los registros corporales arcaicos son marcas que quedan impregnadas debido a una forma particular de vínculo de apego con el objeto. Posteriormente estos conjuntos de registros corporales se van organizando en patrones somáticos morfológicos que van dando lugar a ciertas posturas corporales y existenciales. Los escenarios donde se coloca al cuerpo determinan estas organizaciones somáticas y existenciales, y es aquí donde se configuran las estructuras clínicas y las estructuras de carácter neurótico.
La labor desconstructiva de la puesta en escena de esta corporalidad organizada por traumas, viene dada primeramente por un trabajo de escucha, observación y contacto clínico, que permita diagnosticar esas estructuras caracterológicas, entonces es posible que durante la puesta en escena de la Ensoñación Corporal pueda disolverse la coraza caracterológica que determina a cada estructura corporal; interpretándola, desbloqueandola, ayudando a descargar y a elaborar.
El acto político de la Ensoñación Corporal consiste en dislocar al cuerpo subjetivado de la escena simbólica donde ha sido inscrito, removiendo sus fundamentos ideológicos de dominación a partir del sistema sexo/género. Esta dislocación es propiamente un desmontaje que deja en evidencia los mecanismos de poder que soportan el entramado social. El sujeto es llevado a una despersonalización transitoria pues es puesta en duda toda su mitología genética, dudando de su propia identidad, percatándose del lugar subordinado y alienado que ocupa. Esto lleva a que el cuerpo subjetivado logre también alterar ese escenario ideológico que determina la lógica del juego político y económico.
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